lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Velocidades o fracturas de Europa?

En las últimas semanas se ha deslizado la idea, impulsada por varias cancillerías europeas bajo la tutela de Alemania, de favorecer una “Europa de dos velocidades” como una solución a la parálisis institucional que domina a la Unión Europea y una vía de salida de la crisis económica. En realidad, apenas se conoce el detalle de su contenido, pero creemos que conviene anticiparse y reflexionar sobre su posible alcance y sobre su significado en el contexto de la actual crisis. Aunque esta “Europa de dos velocidades” se presenta como una novedad y como una solución, no es en realidad ni una cosa ni la otra.

Efectivamente, la Europa a dos velocidades ya existe. ¿Acaso se ha conseguido cerrar la brecha entre las economías y las regiones más prósperas y las más rezagadas? Se decía que la originalidad del proyecto comunitario, una de sus señas de identidad, era una combinación de instituciones y mercado al servicio de un objetivo que ya aparecía en su tratado fundacional: la consecución de crecientes niveles de convergencia. Pero la realidad de la integración europea es muy distinta. Resulta evidente, si se quiere mirar en esa dirección, que el espacio económico europeo está surcado de asimetrías productivas, sociales y espaciales: economías y regiones con distintas capacidades de crecimiento y acumulación, infraestructuras y tecnologías desigualmente repartidas en el territorio, creciente desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza, y dispar entidad de las políticas sociales.

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