El 15-M ha sido capaz de lograr lo imposible para ninguna internacional anterior: convocar la primera manifestación global contra el modelo capitalista. Un G-90. Tantos como países salieron a la calle a recuperar la democracia en donde nació: en las plazas. Un momento destituyente. En apenas seis meses. Una pregunta, no una respuesta.
El 15-M no es la respuesta a la esclerosis del capitalismo neoliberal y de la democracia representativa: es el diagnóstico de su enfermedad. ¿Para qué enfermarse con ellos? No es un partido ni debe ahora mismo serlo. Un partido es un medio para un fin.
Y sin embargo hay elecciones...
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