lunes, 18 de abril de 2011

El triunfo del morbo y la confusión

(Pequeña lección de periodismo a periodistas y lectores)

IRENE LOZANO

De la mano de gestores convencidos de que el negocio periodístico no difiere mucho de la venta de tornillos, el beneficio ha ido ascendiendo en la escala de prioridades hasta acomodarse en el corazón de las redacciones. Cuando el dinero ocupa la imaginación periodística, se recurre a atajos seguros que tiene que ver con viejas pulsiones del ser humano, aquellas que con tanto éxito satisfacía la revista Pronto en su sección de "Mundo Insólito".

La confusión empezó cuando los gestores de prensa decidieron llamar "producto" a sus publicaciones. Un periódico no es un producto, es un servicio. Y no un servicio cualquiera, sino el que se presta a los ciudadanos para contribuir a su información y su criterio en cuestiones de interés para la sociedad.

Sin una conciencia clara de la responsabilidad social de la prensa, sin otro objetivo que el afán comercial, no solo la profesión pierde su sentido, sino que puede arrastras con ella a un país entero. En palabras de Pulitzer: "Una prensa capaz, desinteresada y solidaria, intelectualmente entrenada para conocer lo que es correcto y con el valor para perseguirlo, conservará esa virtud pública sin la cual el gobierno popular es una farsa y una burla. Una prensa mercenaria, demagógica y corrupta, con el tiempo producirá un pueblo tan vil como ella".

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